lunes, 5 de enero de 2015

Jesús nos dice HOY

Mateo 4, 12-17. 23-25
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir al pueblo de Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:

Tierra de Zabulón y Neftalí,
camino del mar,
al otro lado del Jordán,
Galilea de los paganos;
el pueblo que caminaba en tinieblas
vio una gran luz.
Sobre los que vivían en tierra de sombras
una luz resplandeció.


Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: "Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos". Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.

Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Los seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

Reflexión
Aunque acabamos de celebrar la navidad, la reflexión de la liturgia nos presenta al Jesús adulto que abandona su vida en Nazaret para comenzar con el ministerio de la predicación de la buena noticia del evangelio.

Jesús inicia su ministerio al estilo de los profetas del Antiguo Testamento, así lo indican el hecho de comenzar inmediatamente después de que Juan el Bautista es arrestado por Herodes Antipas, así como de llevar su ministerio al que antiguamente fuera el imperio del Norte, ahí donde habían florecido y predicado los grandes profetas. Incluso su ministerio cumple una profecía: la Galilea de los paganos que habitaba en la oscuridad, vio la gran luz que llevó hasta sus tierras no un profeta, sino el mismo Hijo de Dios y su anuncio se encamina en una doble dirección: el cambio radical de vida para estar dispuestos a recibir el reino de Dios y la recepción de todos los enfermos que él curaba.

El cambio de vida es en orden a la fidelidad a Dios, pero encaminado a la apertura del hermano que sufre y, del que el enfermo, es el modelo por excelencia. El enfermo requiere ayuda, atención, cuidado, solidaridad, justicia, perdón, apertura, comprensión y es el modo en que los cristianos debemos comportarnos con todos, sólo así, nos hacemos aptos para la llegada del reino de Dios.

sábado, 3 de enero de 2015

Palabra de Dios

Juan 1, 29-34
En aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: "Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo‘. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel".

Entonces Juan dio este testimonio: "Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo‘. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios".
Reflexión
El tiempo posterior a la Navidad es un tiempo privilegiado para testificar, para señalar al Recién Nacido; por ello, la liturgia nos presenta los textos que nos invitan a que nosotros, de la misma forma que Juan el Bautista, también lo hagamos conocer por los demás.

Es tiempo para salir de nuestras penas y vergüenzas, y manifestarnos abiertamente, como lo hizo el Bautista, como embajadores del Señor, y hacerlo conocer en todos nuestros ambientes. No tengamos temor de hablar de él en nuestras oficinas, en nuestros centros de trabajo, en el barrio y por supuesto, en nuestras propias familias. Al ir regresando a la normalidad en nuestras vidas, ante la pregunta ¿y cómo la pasaste? Es un buen momento para retomar el tema de la vida cristiana, de lo hermosas que fueron estas fiestas vividas en el amor y la alegría de Jesús, nuestro Señor y Salvador.

Si nosotros no lo anunciamos, si nosotros no nos convertimos en el medio para que Jesús sea amado por los demás, entonces ¿Quién lo hará? Avísale a la gente que en medio de ellos está Jesús, al que quizás no conocen; diles que los anda buscando para darles vida y para dárselas en abundancia; diles que se dejen encontrar por su amor.

viernes, 2 de enero de 2015

Palabra del Señor

Juan 1, 19-28
Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?"

El reconoció y no negó quién era. El afirmó: "Yo no soy el Mesías". De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?" El les respondió: "No lo soy". "¿Eres el profeta?" Respondió: "No". Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?" Juan les contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor‘, como anunció el profeta Isaías".

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias".

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Reflexión
Al iniciar el año civil, la palabra de Dios nos invita a descubrir que Jesús ya está en medio de nosotros. Está presente en nuestros hermanos, sobre todo, en los más necesitados, en su Palabra, en la Eucaristía, en la oración.

Es triste que muchos de nosotros, por estar sumergidos en el mar de nuestras ocupaciones diarias no seamos capaces de descubrirlo. Por ello, es fundamental que al iniciar nuestro día y, al menos de vez en cuando, nos detengamos un momento y veamos a nuestro alrededor; que iniciemos nuestro día con un momento de oración y silencio que nos permita descubrir al Dios cercano que busca ser parte de nuestro día y de nuestra misma historia.

Decía un santo sacerdote: No dejes lo importante por hacer lo urgente. Lo único importante es Dios, todo lo demás siempre será urgente.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Ultimo Evangelio del año 2014

Juan 1, 1-18
En el principio ya existía aquel que es la Palabra,
y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Ya en el principio él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por él
y sin él nada empezó de cuanto existe.
El era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la recibieron.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba;
el mundo había sido hecho por él
y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;
pero a todos los que lo recibieron
les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
los cuales no nacieron de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,
sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Hemos visto su gloria,
gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
"A éste me refería cuando dije:
‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo‘ ".

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
A Dios nadie le ha visto jamás.
El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha revelado.
Reflexión
La lectura que nos presenta hoy la liturgia, nos habla de la preexistencia del Verbo. Con ello expresa la fe de la Iglesia de que Jesús, a quien celebramos ahora por su nacimiento, es verdaderamente Dios. Esto es una cosa increíble, que poco nos detenemos a pensar, imagínate: Dios, el Eterno, el que hizo todo el universo, estuvo vestido con nuestra propia carne y habitó entre nosotros y lo podían ahora contemplar con sus propios ojos los pastores, y sobre todo, María Santísima y san José.

No creo que podamos nosotros tener una idea de lo que sentiría María Santísima, que había recibido la noticia de que Jesús era el Verbo Eterno, y ahora lo veía como un humano; ¿Qué pasaría por su corazón y por su mente? Desafortunadamente para nosotros, los cristianos de este siglo, la fiesta de Navidad ya no es misterio, sino sólo fiesta.

Es necesario volvernos a poner de rodillas delante del pesebre de Jesús, y como san Francisco de Asís (que fue quien instituyó el nacimiento), mientras nuestros ojos contemplan las figuras de barro o porcelana, dejemos que nuestra imaginación regrese al momento mismo del nacimiento de Jesús y que así, de rodillas, le pidamos al Espíritu Santo poder entrar de nuevo en el misterio de la Encarnación y que con su luz maravillosa nos muestre, lo fascinante de este misterio. Date tiempo hoy para tener un rato de oración y contemplación delante del Hijo Único de Dios encarnado, Jesucristo, nuestro Señor.

martes, 30 de diciembre de 2014

En aquel tiempo...

Lucas 2, 36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. (Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño), se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.
Reflexión
La alegría del nacimiento de Cristo tiene que ser una noticia de salvación para todos los que se encuentran prisioneros por el pecado, la desesperación, la angustia, el temor y el miedo.

De la misma manera que Ana, la profetisa, comenzó a hablar de Jesús, nosotros también debemos compartir con los demás la alegre noticia de que Jesús es una realidad en nuestra vida y en nuestro mundo; que él es la única oportunidad que tiene el hombre para ser feliz, pues solo en él esta la Vida, la paz y la perfecta armonía interior.

No podemos quedarnos con esta noticia solo para nosotros; quien ha conocido a Jesús, debe anunciarlo a los demás. Tú y yo somos los nuevos profetas de Cristo, no tengamos miedo ni vergüenza de hablar de Jesús a nuestros amigos y compañeros.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Oración de Fin de Año

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad,
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello que recibí de TI.

Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto
fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que
pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos
y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí y los que estén más lejos,
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida, el trabajo,
el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón,
perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.


También por la oración que poco a poco fui aplazando
y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año

y detengo mi vida ante el nuevo calendario
aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría,

la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad

llevando a todas partes un corazón lleno
de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios

a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno

que mi espíritu se llene sólo de bendiciones
y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que,

cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí
encuentren en mi vida un poquito de TI.

Danos un año feliz y enséñanos

a repartir felicidad . Amén

Y... Felices Fiestas con Paz, Amor y Felicidad!!!